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Título original: Fourth Dan

Título internacional: Fourth Dan

Nacionalidad: Hungría

Año de Producción: 2010

Director: George Perrin

Guión: Szabolcs Gasparin y George Perrin

Intérpretes: Zolt Vadadi (maestro de kendo), Szabolcs Gasparin (alumno), Tamás R. Révi (padre), Márk Matus (fantasma)

Duración: 21 minutos aproximadamente

Color Fourth Dan no ha sido editada en España, pero puede adquirirse el DVD con subtítulos en español en su página web.

 

Un problema habitual de la práctica deportiva de un arte marcial, suele estar asociada a la búsqueda de material audiovisual que complemente la práctica. Así como es fácil encontrar extensa documentación de cualquier información en internet, el encontrar películas de ficción relacionadas con artes marciales minoritarias, como pueda ser el kendo, suele ser casi imposible.

El kendo como disciplina está muy pobremente representado en el cine. Mientras que es fácil hacer un listado de películas en las que aparezca una fugaz escena en la que se vea un combate de kendo: Yakuza (Idem, Sidney Pollack), Black Rain (Idem, Ridley Scott), Presa de la Secta (The Hunted, de J.F. Lawton, 1995), My Sassy Girl (Yeopgijeogin Geunyeo, de Jae-Young Kwak, 2001), All about Lily Sow Sow (Riri Shushu no Subete, de Shunji Iwai, 2001)… En cambio, encontrar una película centrada en el mundo del kendo es casi imposible. Si buscamos en el propio territorio japonés, films que versen sobre esta disciplina de forma seria y realista (aberraciones como la coreana Volcano High School no cuentan, por muy graciosas que sean), casi pueden reducirse a dos: Ken (Idem, de Kenji Misumi, 1962) y Bushido 16 (ídem, de Tomoyoki Furumaya, 2010). Ambos son adaptaciones de novelas, el primero del relato Los Sables de Yukio Mishima y la segunda de la novela homónima de Tetsuya Honda, de la que hay versión en manga. Debido a esta circunstancia, es un hecho a alabar, que surjan iniciativas como Fourth Dan, cortometraje centrado en el mundo del kendo y además de origen europeo, húngaro para más señas.

El proyecto de George Perrin:

Fourth Dan parte de la idea de su director, George Perrin, de hacer un cortometraje ambientado en el mundo del kendo. Para ello, se puso en contacto con el club de kendo Fönix de Budapest en febrero de 2008 y, durante un periodo de ocho meses, pulieron la idea original y el guión hasta hacer el pequeño film que hoy nos ocupa.

Es esta estrecha colaboración con verdaderos practicantes de la disciplina de kendo lo que proporciona interés a este cortometraje. Incluso, en los créditos finales, se indican los grados de los diferentes actores. Así, el actor principal Szabolcs Gasparin, es cuarto dan de kendo y ha ganado el campeonato nacional de kendo de Hungria en 2006. El actor que hace de su maestro, Zsolt Vadadi, presidente de la Federación Hungara de Kendo y ganador del campeonato nacional de kendo de Hungria en dos ocasiones.

Un detalle curioso de la producción es que el lugar en el que se realizan los entrenamientos para el examen de cuarto dan no es un auténtico dojo de kendo, sino el hall de entrada a una iglesia luterana. Así mismo, el lugar donde se hace el examen de dan no es un polideportivo o colegio habilitado al efecto, sino un orfanato, en el que colaboraron los niños internados. Imagino que esto tenga relación con el intento de creación de una atmósfera dramática, pero decepciona un poco que hayan primado aspectos meramente cinematográficos en la elección de localizaciones y no veamos lugares reales empleados en la práctica de kendo. En especial cuando se demuestra que las personas involucradas en el rodaje son auténticos practicantes de kendo.

El cortometraje:

El kendo es un arte marcial y como tal incluye aspectos deportivos como el combate de competición con árbitros. Sin embargo, dentro de esta disciplina, se pueden englobar aspectos más filosóficos como la búsqueda de la espiritualidad y el zen a través de la práctica continuada y el afán de perfeccionamiento. En esencia, la práctica del kendo conlleva la mejora de uno mismo y sus enseñanzas se pueden aplicar a la vida fuera del dojo. Fourth Dan, el cortometraje de George Perrin pretende escenificar esto.

La historia es simple, un practicante de kendo, decide presentarse al examen de cuarto dan, a pesar de la advertencia de su maestro de que no está preparado para ello. Fracasa en el proceso y tras un periodo de depresión, alcanza la iluminación y decide seguir esforzándose para mejorarse a sí mismo.

Posiblemente haya un aspecto de este cortometraje que destacaría por encima del resto y no es su magnífica fotografía o la mano del director para rodar y montar la película, que raya a un gran nivel. Es algo que solo puede haber incluido alguien que realmente practique kendo. Hay una escena en la que el protagonista sale de casa para ir al dojo a entrenar y su padre, le hace un comentario despectivo: Ve a jugar con espadas. A lo que el hijo responde: Es kendo, papá. Es una escena sencilla, pero ilustra el problema que muchos kendokas podemos enfrentar cuando toca explicar a otras personas el porqué de la fascinación por un arte marcial extranjero y extraño para un occidental como pueda ser el kendo. Cuando el muchacho regresa tras suspender el examen es incapaz de explicarle al padre qué ha ido mal. Cómo le cuentas a alguien al que tu afición es poco más que una marcianada, que el fallo que se ha producido en el examen ha sido debido a tu falta de autocontrol, más que a la falta de cualidades técnicas.

Fourth Dan escenifica el cariz filosófico del kendo de mejora de uno mismo con un elemento fantástico que, a mi entender, le hace perder algo de fuerza a la propuesta. Nos hace partícipes del enfrentamiento con la parte negativa de cada uno de nosotros, representándola en la forma de un kendoka sin rostro. Así, el maestro del dojo vence su indecisión y sus miedos en un combate imaginario en la primera escena. Se nos presenta así como alguien que se ha sobrepuesto a este problema y tiene base para poder enseñar. Nuestro protagonista en cambio, aunque es capaz de ver en la periferia de su vida a esta presencia fantasmagórica (esa escena de él caminado por el bosque y viendo un combate a lo lejos en la nieve), no es consciente de que tiene que mejorar hasta haber suspendido el examen de cuarto dan. Tras darse cuenta de que el fallo está dentro de él, se enfrentará al fantasma de sus propios defectos y lo acabará derrotando en un combate imaginario. Pero éste no será el final porque, una vez vencido el kendoka sin rostro, el maestro aparece y le insta a seguir entrenando, única manera de conseguir pasar el examen. No me gusta el que incluyan a este kendoka sin rostro, porque los combates en los que aparece pierden algo de la esencia del kendo, no hay kiai y se muestran actitudes alejadas de la etiqueta de la disciplina, como golpear al enemigo caído repetidamente. El entrenamiento en el dojo y el keiko del examen, en cambio, denotan una mayor autenticidad a ese respecto.

Ningún reproche, empero, al mayor aliciente para el visionado del cortometraje. Ver combates de kendo y el hecho de que toda la historia gire en torno a esta disciplina. Se ve claramente que las personas involucradas son practicantes reales y todos los movimientos y técnicas son genuinas. Una gozada que podría resultar aburrida para el profano.

Comentarios finales:

Debido a la escasez de obras de ficción en formato película recomiendo encarecidamente a todos los amantes del kendo que al menos vean el cortometraje.

Está disponible para su visionado en alta definición en youtube:

http://www.youtube.com/watch?v=Pxp7gmJHNjw

http://www.youtube.com/watch?v=Fmrsfhgqaj

http://www.youtube.com/watch?v=EyO-ykFr2D0

Sin embargo, en la página web del propio cortometraje, se puede adquirir el DVD del mismo y con ello contribuir a financiar una versión en largometraje:

http://www.kendoshortfilm.com/#all-info-about-kendo-film

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